Giorgio Trucchi
En los últimos años, en América Latina se ha venido dando una expansión de los monocultivos forestales a grande escala, entre ellos el de palma africana. A medida que avanzan las plantaciones de palma, se multiplican los impactos ambientales, sociales y laborales.
En el marco de la XIV Conferencia Regional Latinoamericana de la UITA, Sirel conversó con Lizzie Díaz, integrante de la Secretaría Internacional del Movimiento Mundial Bosques Tropicales (WRM por sus siglas en inglés).
-¿Qué está ocurriendo en América Latina con el monocultivo de palma africana?

Además, desgasta la tierra, contamina el ambiente por el uso intensivo de agrotóxicos y genera empleo precario, tercerizado y explotado. Cuando los trabajadores tratan de sindicalizarse, la represión y las artimañas para dividirlos son inmediatas.
Al final, el beneficio sigue siendo solo para las empresas y a los trabajadores queda la explotación y la violación de sus derechos laborales y sindicales. La palma nunca va a ser sustentable.
-¿Quiénes impulsan el monocultivo de palma?

Esta situación da lugar a preocupantes procesos de militarización y a reiteradas formas de violación a los derechos humanos de las poblaciones de la zona, como es el caso del Bajo Aguán en Honduras, de Puerto Wilches en Colombia o en países de África y Asia.
-También se está usando el tema del cambio climático para justificar la falsa necesidad de este tipo de plantaciones…

Se utiliza como una justificación para que las industrias del Norte puedan seguir contaminando y que sea el Sur que resuelva sus problemas mediante los monocultivos. Es absurdo y se trata del mismo modelo global, y si no lo atacamos a fondo no vamos a poder solventar la crisis que es climática, ambiental, alimentaria y social.
-¿Cuál es la importancia de abordar estos temas en el marco de la Conferencia Regional Latinoamericana de la UITA?

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