miércoles, 6 de junio de 2012

La solidaridad de un desplazado



El 16 de septiembre de 2001 un grupo de paramilitares llegó al corregimiento de Las Frías, en el municipio del Falan al norte del Tolima y asesinó a 13 campesinos, señalándolos de guerrilleros.  En realidad eran hombres que habían participado en el movimiento campesino que, desde mediados de los años noventa, le había exigido al gobierno soluciones para la crisis cafetera en su región.  Germán Bedoya quien era para entonces presidente de la Asociación de Pequeños y Medianos Agricultores del Norte del Tolima, Asopema, fue a recoger a sus colegas muertos, cuando le avisaron que a él también lo buscaban para matarlo. Tuvo que irse de inmediato.

Desde hacía seis años, Bedoya, con apenas 26 de edad,  ya era un reconocido líder campesino en el norte del Tolima. En poco tiempo había pasado de ser un humilde agricultor que colaboraba con la siembra de café en la finca de su familia, en el Líbano, a encabezar una manifestación de 15 mil campesinos en el parque central de Ibagué.  “El gobierno nos dijo que había que cambiar la variedad de café que sembrábamos –le contó hace unos días Bedoya a VerdadAbierta.com –.  Nos hicieron endeudar en ese proceso y en ese momento llegó la broca y nos quebró.  Nos iban a quitar las fincas por las deudas, por eso salimos a protestar”.

Los campesinos crearon Asopema, una organización que buscaba hacerle cumplir al gobierno los compromisos adquiridos con ellos desde 1995. Pronto, sin embargo, los empezaron a señalar de ser guerrilleros. Pocos meses después de que el paramilitarismo fundara su Bloque Tolima en 2001,  el paramilitarismo creó el Bloque Tolima que se inauguró amenazando a los líderes de la protesta de los cafeteros. Después vino el asesinato y desplazamiento forzado de Bedoya y de muchos otros, según dijo Cristina Pardo, activista de Derechos Humanos, cercana al ex líder de Asopema.

Bedoya comenzó a trabajar para el Coordinador Nacional Agrario, CNA, una ONG que reúne a 13 asociaciones de campesinos de distintos lugares del país. Su tarea era conseguirles nuevos hogares a las familias que estaban huyendo de su Tolima por el terror.  “Él me recibió en Bogotá, nos consiguió ayudas para subsistir y luego nos ubicó un trabajito en otra zona del país para que comenzáramos nuestra vida de nuevo”, cuenta Tenaura Hernández, una de las víctimas del desplazamiento en el norte del Tolima.

Con el CNA, Bedoya logró tener el acompañamiento de varias ONG de Derechos Humanos internacionales, para ayudar a los campesinos desplazados, según cuenta Stephanie Andrade Porras, catedrática de la Universidad del Tolima, que ha investigado el trabajo de Asopema.  “Germán es un referente de supervivencia”, dice la investigadora.  “No pudo volver al Tolima, porque el miedo destruyó los espacios locales para la organización campesina”

Bedoya continúa en el CNA y desde hace un par de años trabaja en el Chocó con comunidades afro que han sido desplazadas de sus tierras.