miércoles, 27 de julio de 2011

El río Magdalena es de los extranjeros

Libardo Gomez Sánchez
Me imagino que cuando el maestro José A. Morales elaboró las bellas estrofas de su melodía: “Pescador, Lucero y río”, las hacía mirando al río Magdalena en su majestad, corriendo entre surcos y bordeado por la diversidad vegetal del trópico. Lejos estaría el ilustre compositor de imaginarse, que el afluente origen de su inspiración algún día terminaría vedado para los pescadores y para los colombianos. Erney y Pini, dos avezados pescadores del sector de Río Loro municipio de Gigante en el Huila, quienes heredaron el oficio de sus padres y han alimentado a sus familias con la pesca, angustiados relataban en la asamblea de afectados por la construcción de la represa del Quimbo, que la empresa constructora les impide el paso al río y cuando mediante rodeos y vericuetos logran llegar a él, sus esfuerzos resultan inútiles porque la pesca se ha afectado por las enormes cantidades de sedimento que las obras botan al río.
Al mismo tiempo, Víctor Julio y Guillermo Basto, restauranteros del sector de Puerto Seco, dan testimonio de sus dificultades a cuenta de la falta de pesca y el riesgo de que el sedimento cope la vía obligando a desviarla por un sector lejano a sus negocios. A Albeiro Fernández y Marina Escobar, moradores de toda la vida de la zona de Balseadero, los están desalojando de sus casas de bahareque y les ofrecen escasamente reconocerle las mejoras; a los jornaleros que han trabajado años enteros en la zona en las labores agrícolas no les reconocen compensación alguna y a los habitantes de las veredas como San José de Belén, únicamente aseguran indemnizar a quien posea títulos y como alternativa de vida les prometen trabajo como obreros en la construcción del Túnel, a quienes lo único que saben hacer es labrar la tierra.
Además a todos ellos EMGESA les afirma que tienen hasta el 2014 para iniciar las compensaciones, que de acuerdo a los términos de la Licencia del Ministerio de Ambiente y la Concesión, no están obligados a resarcir a quien afecten hoy; esta respuesta es explicable viniendo de quien se apropia de la región con el expreso propósito de hacer un gran negocio, pero lo que resulta intolerable es que el gobierno nacional sea cómplice de ese atropello.
Luego de innumerables denuncias de los habitantes de la región y de las organizaciones sociales que los acompañan, en relación con los nefastos efectos ambientales que generan las obras que realizan, el Ministerio y la CAM se vieron forzados a expedir resoluciones ordenando la suspensión de las mismas, sin embargo los trabajos prosiguen y las entidades miran a otro lado para no obligar a la multinacional a respetar sus propias decisiones, la alcahuetería al orden del día.
Santos se ha dedicado a publicitar los enormes focos de corrupción que existen por doquier, originados precisamente en un modelo que premia el delito, pero no es precisamente para acabar con ella, sino para camuflar la más abyecta y abominable corrupción que pueda afectar a una nación, la entrega de su soberanía a los filibusteros modernos: las multinacionales de la minería y de los megaproyectos, a los banqueros y especuladores y a inversionistas autorizados al aprovechamiento del trabajo y los recursos naturales de los colombianos.
Los compositores del futuro, ahora podrán contar que hubo un pescador barquero, que no podía pescar ni de noche ni de día y su Bohío se oscureció, no porque el río se robara el lucero, sino porque el gobierno lo entregó a los extranjeros.

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